Hoy me veo en la necesidad de compartir una experiencia que no solo me afecta personalmente, sino que expone una preocupante realidad sobre la accesibilidad y el trato hacia las personas con discapacidad en espacios de ocio como Aquópolis. Lo que debería ser un lugar de diversión y disfrute se ha convertido en un escenario de discriminación y humillación.
Mi reciente visita a Aquópolis ha puesto de manifiesto una brecha inaceptable entre la imagen pública de inclusión que proyectan y sus prácticas internas. Al intentar acceder al servicio de Speedy Pass, una adaptación fundamental para personas con ciertas necesidades, me encontré con una barrera insalvable. El personal me comunicó, de forma directa y condescendiente, que este pase es "solo para quienes realmente lo necesitan", seguido de la descarada insinuación de que me "estaba aprovechando" de un servicio.
Esta afirmación es un juicio prejuicioso e inaceptable sobre mi discapacidad intelectual. Mi autonomía personal, que me permite realizar actividades como conducir, no anula mi derecho a disponer de adaptaciones razonables que faciliten mi acceso y disfrute en entornos que, por su naturaleza, pueden generar dificultades (como las largas esperas). El personal de Aquópolis carece de la autoridad, la formación y el conocimiento para determinar mis necesidades individuales o para decidir quién es "merecedor" de una adaptación. Esta actitud no solo es una falta de respeto, sino un ataque directo a la dignidad y autonomía de las personas con discapacidad.
Pero la indignación no termina ahí. La justificación ofrecida para negar el servicio fue aún más alarmante: las pulseras, según ellos, "son muy caras para darlas a cualquier persona con discapacidad". Esta declaración no es solo una excusa barata, es una afirmación clasista y profundamente discriminatoria. Revela una política de ahorro desmedido que prioriza el beneficio económico por encima de los derechos fundamentales de acceso y la igualdad. El coste de un servicio o de una adaptación bajo ningún concepto puede erigirse como una barrera para la inclusión de las personas con discapacidad. Es una vergüenza que una empresa de ocio justifique la discriminación con argumentos puramente económicos.
Esta experiencia directa no hace más que confirmar la urgencia de nuestra petición de firmas. Es una evidencia clara de cómo la retórica de la inclusión se desmorona frente a la realidad de prejuicios y la avaricia empresarial. No podemos permitir que empresas como Aquópolis persistan en estas actitudes que pisotean los derechos y la dignidad de las personas con discapacidad.
Vuestro apoyo, a través de las firmas, es esencial para que estas acciones tengan las consecuencias legales y reputacionales que merecen.
La inclusión no es una opción, es un derecho. Y seguiremos luchando hasta que sea una realidad para todos, en todos los espacios.
Petición contra la discriminación
Atentamente,
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